lunes, 14 de abril de 2008

VII SERMONES A LOS MUERTOS

El Segundo Sermón

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Durante la noche, los muertos permanecieron a lo largo de los muros y gritaron: «-¡Queremos saber acerca de Dios! ¿Dónde está Dios? ¿Está muerto?»

Dios no está muerto; está vivo como siempre. Dios es el mundo creado, puesto que es algo definido y, por lo tanto, está diferenciado del Pleroma. Dios es una cualidad del Pleroma y todo lo que he expresado con referencia al mundo creado es igualmente válido respecto a Él.

Dios se distingue del mundo creado, en cuanto que es menos definido y menos definible que el mundo creado en general. Está menos diferenciado que el mundo creado, pues el ámbito de su existencia es la plenitud efectiva; y sólo hasta el punto en que es definido y diferenciado es idéntico al mundo creado; así, El es la manifestación real de la plenitud del Pleroma.

Todo lo que no diferenciamos cae dentro del Pleroma y se anula junto con su opuesto. Por lo tanto, si no discernimos a Dios, entonces, la plenitud real se nos anula. Dios mismo también es el Pleroma, hasta el más pequeño dentro del mundo creado, así como dentro del reino no creado, es en sí mismo el Pleroma.

La vacuidad efectiva es el ser del Diablo. Dios y el Diablo son las primeras manifestaciones de la nada, que llamamos el Pleroma. No importa si el Pleroma es o no es, ya que se anula en todas las cosas. Sin embargo, el mundo creado es diferente. Al ser Dios y el Diablo seres creados, no se anulan mutuamente, más bien se enfrentan como opuestos activos. No necesitamos pruebas de su existencia; es suficiente el hecho de que siempre debamos hablar acerca de ellos. Aún si no existieran, el ser creado (por su propia naturaleza diferenciada) siempre los daría a luz del Pleroma.

Todas las cosas que se manifiestan del Pleroma por la diferenciación son pares de opuestos; por lo tanto, Dios siempre tiene consigo al Diablo.

Como sabéis, esta correlación es tan íntima, tan indisoluble en vuestras propias vidas, que incluso es el Pleroma mismo. La razón de ello es que los dos se encuentran muy cerca del Pleroma, en donde todos los opuestos se anulan mutuamente y se unifican.

Dios y el Diablo se distinguen por la plenitud y la vacuidad, la generación y la destrucción. La actividad es común a ambos. La actividad los une. Por ello la actividad está por encima de ellos, estando Dios por encima de Dios, pues une la plenitud con la vacuidad en su funcionamiento.

Hay un Dios del que no sabéis nada, pues los hombres se han olvidado de él. Lo llamamos por su nombre: ABRAXAS. Está menos definido que Dios o el Diablo. Para distinguir a Dios de él, llamamos a Dios HELIOS, o el Sol.

Abraxas es actividad; sólo lo irreal se le puede resistir; por ello su existencia activa se despliega con libertad. Lo irreal no es, por lo tanto, no puede resistir. Abraxas está por encima del Sol y por encima del Diablo. Es el improbable probable, que es poderoso en el reino de la irrealidad. Si el Pleroma fuera capaz de tener una existencia, Abraxas sería su manifestación.

A pesar de que es la actividad misma, no es un resultado en particular, sino un resultado en general.

Es la irrealidad activa, pues no tiene un resultado definido.

Sigue siendo un ser creado, puesto que está diferenciado del Pleroma.

El Sol tiene un efecto definido, igual que el Diablo: por lo tanto, nos parecen más reales que el indefinible Abraxas.

Porque él es el poder, la resistencia, el cambio.

A estas alturas, los muertos sufrieron una gran conmoción, pues eran cristianos.

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